Cuando Sandro Rosell entró en los despachos del club después de ser elegido presidente se encontró con la desagradable sorpresa de que no había dinero en caja. Tan mal estaban las cosas que tuvo que vender deprisa y corriendo a Chigrinski para conseguir 15 millones de euros y poder hacer frente a las nóminas del mes de junio.
El nuevo presidente ya sabía que durante la etapa en la que Laporta mandó en el club se produjeron numerosos desmanes económicos. Por eso, nada más llegar ordenó que se hiciera una due diligence para saber exactamente en qué cosas se gastó el dinero. La empresa KPMG es la encargada de elaborar el estudio cuyos resultados finales se conocerán a final de mes.
Sin embargo, ya se empiezan a conocer algunas de las operaciones que hizo Laporta y en las que gastó un dinero fuera de toda lógica. El Barcelona de Laporta fue una máquina de despilfarrar dinero en un contexto de crisis a nivel mundial. Uno de los ejemplos a nivel deportivo fue la compra de Ibrahimovic al Inter por una cantidad desorbitada y fuera de mercado, que ha hecho que el Barcelona haya pagado 57 millones de euros por la temporada del sueco.
Algunas de la facturas que se han encontrado los nuevos directivos ponen los pelos de punta. En los balances hay, por ejemplo, un capítulo dedicado a discotecas. El Barcelona tenía cuentas abiertas con algunas de ellas en las que el presidente iba cargando sus consumiciones. Luz de Gas es una de ellas. Precisamente donde el presidente fue pillado bailando en la pista de la discoteca, totalmente empapado de sudor y en una mano sujetando un puro y en otra una botella de champagne francés.
Hubo muchos más gastos que se salen de lo normal. El club compró entradas para la final de Roma por un valor superior a un millón de euros.
En este caso, Laporta no se conformó con el 20% que se quedó de las entradas que le dio
Un presidente generoso
Laporta siempre ha sido un presidente generoso. Después de ganar cada una de las dos Champions que consiguió el equipo, comenzó una renovación de la plantilla en la que se gastó muchos millones. Pero también fue espléndido en los regalos. En uno de los capítulos contables que hay bajo el nombre de joyas y relojes, se gastó un total de 420.000 euros. Es de suponer que muchos de estos presentes se entregaron a los protagonistas de los grandes logros deportivos alcanzados por el equipo, pero dada la generosidad del máximo dirigente azulgrana no sería de extrañar que alcanzara a muchas otras personas de dentro y fuera del club.
Los negocios de Uzbekistán también influyeron en el club. Después de la resolución del contrato de colaboración con un club uzbeko, bajo sospecha por su relación con un gobierno que está señalado por Amnistía Internacional como uno de los que no respeta los Derechos Humanos, se siguieron haciendo negocios. De hecho, en compensación por esa ruptura de relaciones se otorgó la concesión de una parte de la seguridad del club a una empresa vinculada a este país y a la que se le pagaban aproximadamente 40.000 euros al mes. Una minuta nada desdeñable para un club de fútbol.
El Barcelona siempre se ha mostrado como un club solidario. A través de su fundación, ha hecho importantes aportaciones a diversas organizaciones solidarias, y el mejor ejemplo de ello es la presencia de Unicef en la camiseta azulgrana. Por eso chocaba el acuerdo con el club uzbeko. Pero también extrañan algunas donaciones a una entidad oficial como
El palco del Camp Nou también fue un lugar de reunión de personas importantes de la vida social barcelonesa e invitados del mundo del fútbol en general. En el último partido de la temporada pasada, en el que estaba previsto el alirón frente al Real Valladolid, el club se gastó 42.000 euros en el catering para satisfacer las necesidades culinarias de todos los invitados, según informó el web elpelikano.com.
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