“A mí me dicen que no sea tan positivo, pero igual soy optimista: nos veo más cerca del Mundial de Brasil de lo que muchos creen”. La frase, contundente por donde se la mire, no pertenece al entrenador de una de las selecciones más poderosas del planeta sino a Gustavo Quinteros, quien el pasado 5 de noviembre se transformó en el nuevo director técnico de Bolivia.
Dicha así, a diez meses del inicio de las eliminatorias sudamericanas para la Copa Mundial de la FIFA 2014, le declaración bien puede sonar fuera de contexto. Sin embargo, hay que conocer y oír al protagonista de esta historia para entender como es que este argentino nacionalizado boliviano, mundialista en 1994, se anima a realizar semejante afirmación…
La madurez de un técnico
Gustavo Domingo Quinteros Desábato nació en Santa Fe, Argentina, el 5 de febrero de 1965, y se formó como futbolista en Talleres de Remedio de Escalada, un club del ascenso donde debutó en 1987. Su carrera, sin embargo, tomó impulso al emigrar a Bolivia en 1988. Universitario, The Strongest y San José ya habían contado con sus servicios cuando este zaguero central de excelente técnica, gran remate y buen cabezazo fue convocado por el vasco Xabier Azkargorta para disputar con la selección boliviana las eliminatorias de Estados Unidos 1994.
“Era un gran equipo. En La Paz nos sentíamos invencibles, pero también sacamos resultados afuera. La clasificación fue el resultado de un todo”, recuerda Quinteros a FIFA.com. “Yo estuve ahí, y por eso digo que podemos estar en Brasil: creo que en nuestro trabajo y en el jugador boliviano. Sabemos que el camino es largo y difícil, pero estoy convencido de que somos capaces de formar un equipo competitivo y pelear por una plaza”, recalca el 26 veces internacional.
Quinteros también jugó en los argentinos San Lorenzo y Argentinos Juniors antes de retirarse en 1999. Su primera experiencia como entrenador llegó en 2003 con los juveniles del Ciclón. En 2005 se hizo cargo del Blooming boliviano y comenzaron los éxitos: dio tres vueltas olímpicas allí, dos con el Bolívar y otras dos con Oriente Petrolero, la última justo antes de asumir la selección.
“Es verdad, nos ha ido muy bien a nivel clubes. Hemos ganado títulos y dejado huella. La gente me lo hacía ver antes de mi elección y más ahora, que estoy en el cargo. Eso ha generado una responsabilidad grande, pero esta oportunidad me agarra en el mejor momento de mi carrera. Es un desafío tan arriesgado como lindo”.
Buscando la propia identidad
Quinteros aún no se estrenó en el banco boliviano, pero su diagnóstico inicial resultó concreto. “Mi primera impresión fue que debíamos empezar casi de cero, formar un equipo nuevo en todo sentido. La falta de confianza de los jugadores y de la afición ha generado un espiral descendente, y los malos resultados son un reflejo. Entonces, mi primer objetivo es reconstruir esa identificación mutua”, afirma el entrenador.
¿Cómo piensa hacerlo? “Devolviéndole la confianza al jugador para que rinda en la selección mejor que en los clubes. Ahora es al revés: les pesa la camiseta boliviana”. Una de las claves, amplía, será respetar la identidad de sus futbolistas. “Como el boliviano tiene buena técnica, deberemos formar un equipo capaz de, con orden táctico, aprovechar esa cualidad. No puedo pretender uno agresivo físicamente sino tengo esa característica en mis jugadores”.
La propuesta se asemeja al juego de control que propone España, casi un paradigma del fútbol moderno. Quinteros mete el freno. “¿A quién no le gustaría parecerse más no sea en algo a España? Somos realistas: es muy, pero ‘muy’ difícil de lograr. Me encanta cómo jugó España, pero también cómo contragolpeó Uruguay, cómo se defendió Paraguay, cómo atacaron Alemania y Holanda… Cada uno a su manera sacó lo mejor de sí. Eso quiero para Bolivia”.
Una cuestión de prioridades
De cara a 2011, Quinteros es directo. “Mi aspiración es alcanzar el cien por ciento del rendimiento en octubre, cuando arranquemos las eliminatorias en Uruguay. Sin embargo, para eso deberemos llegar a la Copa América de Argentina con una idea de juego clara, una que podamos poner en práctica para luego sí, ajustar los detalles en consecuencia. La intención, igualmente, es avanzar al menos una fase”.
Para el entrenador, el hecho de debutar en el torneo continental justamente ante Argentina no implica nada especial más allá de lo futbolístico. “Lo tomo como una motivación extra, pero por la calidad del rival. Como todos los bolivianos, admiro al fútbol argentino, por lo que será una linda oportunidad para saber dónde estamos. Eso sí: para ganar deberemos jugar el partido de nuestras vidas”, dice con una sonrisa. Además destierra el sueño de repetir el 6-1 de las pasadas eliminatorias. “Fue un accidente, es casi imposible otro resultado así, y menos esta vez”.
La conversación se acaba y Brasil 2014 vuelve al centro de la escena. “Será fundamental hacernos fuertes en La Paz, pero no podemos ir de visitantes a no perder. Deberemos proponer, y para eso es indispensable que el equipo tenga aquella idea clara de la que hablé. Con trabajo, sacrificio y orden, estoy convencido de que podemos pelear la cuarta o quinta plaza con Ecuador, Chile y Colombia”.
Dicha así, a diez meses del inicio de las eliminatorias sudamericanas para la Copa Mundial de la FIFA 2014, le declaración bien puede sonar fuera de contexto. Sin embargo, hay que conocer y oír al protagonista de esta historia para entender como es que este argentino nacionalizado boliviano, mundialista en 1994, se anima a realizar semejante afirmación…
La madurez de un técnico
Gustavo Domingo Quinteros Desábato nació en Santa Fe, Argentina, el 5 de febrero de 1965, y se formó como futbolista en Talleres de Remedio de Escalada, un club del ascenso donde debutó en 1987. Su carrera, sin embargo, tomó impulso al emigrar a Bolivia en 1988. Universitario, The Strongest y San José ya habían contado con sus servicios cuando este zaguero central de excelente técnica, gran remate y buen cabezazo fue convocado por el vasco Xabier Azkargorta para disputar con la selección boliviana las eliminatorias de Estados Unidos 1994.
“Era un gran equipo. En La Paz nos sentíamos invencibles, pero también sacamos resultados afuera. La clasificación fue el resultado de un todo”, recuerda Quinteros a FIFA.com. “Yo estuve ahí, y por eso digo que podemos estar en Brasil: creo que en nuestro trabajo y en el jugador boliviano. Sabemos que el camino es largo y difícil, pero estoy convencido de que somos capaces de formar un equipo competitivo y pelear por una plaza”, recalca el 26 veces internacional.
Quinteros también jugó en los argentinos San Lorenzo y Argentinos Juniors antes de retirarse en 1999. Su primera experiencia como entrenador llegó en 2003 con los juveniles del Ciclón. En 2005 se hizo cargo del Blooming boliviano y comenzaron los éxitos: dio tres vueltas olímpicas allí, dos con el Bolívar y otras dos con Oriente Petrolero, la última justo antes de asumir la selección.
“Es verdad, nos ha ido muy bien a nivel clubes. Hemos ganado títulos y dejado huella. La gente me lo hacía ver antes de mi elección y más ahora, que estoy en el cargo. Eso ha generado una responsabilidad grande, pero esta oportunidad me agarra en el mejor momento de mi carrera. Es un desafío tan arriesgado como lindo”.
Buscando la propia identidad
Quinteros aún no se estrenó en el banco boliviano, pero su diagnóstico inicial resultó concreto. “Mi primera impresión fue que debíamos empezar casi de cero, formar un equipo nuevo en todo sentido. La falta de confianza de los jugadores y de la afición ha generado un espiral descendente, y los malos resultados son un reflejo. Entonces, mi primer objetivo es reconstruir esa identificación mutua”, afirma el entrenador.
¿Cómo piensa hacerlo? “Devolviéndole la confianza al jugador para que rinda en la selección mejor que en los clubes. Ahora es al revés: les pesa la camiseta boliviana”. Una de las claves, amplía, será respetar la identidad de sus futbolistas. “Como el boliviano tiene buena técnica, deberemos formar un equipo capaz de, con orden táctico, aprovechar esa cualidad. No puedo pretender uno agresivo físicamente sino tengo esa característica en mis jugadores”.
La propuesta se asemeja al juego de control que propone España, casi un paradigma del fútbol moderno. Quinteros mete el freno. “¿A quién no le gustaría parecerse más no sea en algo a España? Somos realistas: es muy, pero ‘muy’ difícil de lograr. Me encanta cómo jugó España, pero también cómo contragolpeó Uruguay, cómo se defendió Paraguay, cómo atacaron Alemania y Holanda… Cada uno a su manera sacó lo mejor de sí. Eso quiero para Bolivia”.
Una cuestión de prioridades
De cara a 2011, Quinteros es directo. “Mi aspiración es alcanzar el cien por ciento del rendimiento en octubre, cuando arranquemos las eliminatorias en Uruguay. Sin embargo, para eso deberemos llegar a la Copa América de Argentina con una idea de juego clara, una que podamos poner en práctica para luego sí, ajustar los detalles en consecuencia. La intención, igualmente, es avanzar al menos una fase”.
Para el entrenador, el hecho de debutar en el torneo continental justamente ante Argentina no implica nada especial más allá de lo futbolístico. “Lo tomo como una motivación extra, pero por la calidad del rival. Como todos los bolivianos, admiro al fútbol argentino, por lo que será una linda oportunidad para saber dónde estamos. Eso sí: para ganar deberemos jugar el partido de nuestras vidas”, dice con una sonrisa. Además destierra el sueño de repetir el 6-1 de las pasadas eliminatorias. “Fue un accidente, es casi imposible otro resultado así, y menos esta vez”.
La conversación se acaba y Brasil 2014 vuelve al centro de la escena. “Será fundamental hacernos fuertes en La Paz, pero no podemos ir de visitantes a no perder. Deberemos proponer, y para eso es indispensable que el equipo tenga aquella idea clara de la que hablé. Con trabajo, sacrificio y orden, estoy convencido de que podemos pelear la cuarta o quinta plaza con Ecuador, Chile y Colombia”.
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