Usain Bolt, que había perdido su aura de invencible en los dos últimos años, recuperó su potencia de fuego para convertirse en una leyenda del atletismo al ganar su segundo título olímpico consecutivo en 100 metros con la segunda mejor marca de la historia (9.63), a sólo cinco centésimas de su récord mundial. Su compatriota Yohan Blake, campeón del mundo, fue relegado al segundo puesto pese a correr más rápido que nunca (9.75), y Justin Gatlin, igualmente con récord personal (9.79), salvó el honor estadounidense al subir al podio junto a los jamaicanos. Desde los tiempos de Carl Lewis ningún velocista había repetido título en la prueba reina de la velocidad.La venganza de un relámpago La final más esperada de los Juegos, que coronaba al ser humano más rápido del planeta, reunía todos los ingredientes para ser considerada la mejor de todos los tiempos. En las gradas, 80.000 espectadores sobrecogidos por el silencio que precede al disparo. Alineados en los tacos de salida, en el arranque de la pista, los cuatro atletas más veloces de la historia: Bolt (9.58), Gay (9.69), Powell (9.72) y Blake (9.75)Las semifinales habían metido en la pelea a Justin Gatlin, campeón olímpico en 2004, que acreditó un registro asombroso para una penúltima ronda (9.82). En la formación de salida Gay partía en la calle cuatro. A su derecha, por este orden, Blake, Gatlin y Bolt, éste último desplazado al séptimo carril.La carrera quedó sentenciada en la estampida. Bolt, que había sufrido mucho en sus últimas carreras por su lenta puesta en acción, salió incluso más rápido que Blake (165 milésimas, por 169), y a partir de ahí sus largas y poderosas piernas hicieron el resto. A mitad de carrera estaba delante de todos y pudo relajarse al final.Con un físico más propicio para el 200 por su elevada estatura (1,95), Bolt ha despejado las dudas a acerca de su estado físico que habían suscitado hace un mes sus dos derrotas ante Blake en lo campeonatos jamaicanos. En 100, con su mejor marca de siempre (9.75), y también en 200. Un golpe directo a su entereza, una de sus principales virtudes. Pero El Relámpago ha fulminado a La Bestia en el momento preciso. Ahora le queda revalidar su corona de 200 para asegurarse, todavía más, un lugar en la historia del deporte mundial.
Fuente: marca.com
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